Existe algo en el alma de la naturaleza que nos atrapa y es que, durante siglos, el ser humano se ha visto ligado al medio en el que vive. La arquitectura no deja de ser un fiel reflejo de ello; la mano del ser humano busca plasmar su realidad en las construcciones que construye.
El Modernismo, movimiento autóctono de Cataluña (coetáneo del Art Nouveau en Europa) y que atrae tantas miradas internacionales de aprecio y respeto, nace, precisamente, de esta pulsión antropológica. Los artistas modernistas catalanes buscaron ornamentar las calles y edificios que proyectaban, dejando una impronta tan especial como mediterránea, que plasmaba la topografía propia de los paisajes catalanes.
En ese aspecto, el perchero Ona es una mirada actualizada de esta topografía. Un diseño fruto del juego formal entre la ondulación y el plano inclinado, que abunda en las porterías del barrio del Eixample, en Barcelona.
Ona, que significa ola en catalán, es un perchero de pared de estructura lineal, fabricado en madera, diseñado en 1990 por Montse Padrós y Carles Riart para la Casa Pedreño, en Vallvidrera, Barcelona.
Casa Pedreño, Barcelona. Fotografía: Jordi Sarrà.
El valor ornamental, casi escultórico, el reconocimiento profesional de sus diseñadores hizo que Mobles 114 buscase la manera de poder industrializar el proceso de producción de este perchero atemporal, con ánimo de mantener viva la memoria. Y es que Ona se ha convertido en una de las piezas más emblemáticas del diseño catalán y español. Reconocido internacionalmente, Ona ha merecido los premios Delta de Oro ADI-FAD 1992 y Gran Prix de la Critique du Meuble Contemporain 1999, y forma parte de la colección permanente del Museu del Disseny de Barcelona y del MoMA de Nueva York.
Fotografías: Meritxell Arjalaguer.