Eugeni Quitllet, disoñador de emociones
El diseñador Eugeni Quitllet sigue un proceso instintivo, «no sé por qué ni cómo«. Es esa emoción la que le mantiene vivo y que le anima a compartir sus logros con todo el mundo. Para dar rienda suelta a esa emoción, ha recalado en el mundo del diseño industrial. Cada objeto es un desafío a lo que otros han tachado de imposible, palabra que Quitllet no parece utilizar nunca. Le han descrito como renovador, buscador infatigable, amante de la tecnología, aunque él mismo se define como un “Disoñador”.
Tras años en tu estudio de París diseñando con las mejores firmas internacionales, ¿qué te ha traído de nuevo a Barcelona?
Barcelona es una plataforma ideal para experimentar y poner en práctica conceptos y soluciones nuevas. Es una ciudad que dispone de unas características únicas en el mundo para vivir, pensar y soñar.
¿Cómo ha sido el encuentro y el proceso creativo y productivo con Mobles 114?
¡Un flechazo! Nos hemos entendido enseguida y conectado con la filosofía que compartimos al respecto de una industria imaginativa que siempre ha existido en Barcelona.
¿Es correcto decir que te has especializado en un tipo de diseño monobloque? ¿En investigar las posibilidades de un mismo material, formas y texturas, dándole vidas nuevas?
En el diseño no tengo fronteras ni preferencias. Cada objeto necesita de una especialización total para poder realizarlo en la dimensión que exige.
Parece que hay una intención de sorprender al usuario, pero también a la propia industria…
Sí, es como un truco mágico donde al final todos decimos: «oooh!». ¡Qué sentido tendría inventar un objeto si no es nuevo!
La silla Tube es tu primer diseño para Mobles 114. ¿Qué nos puedes contar de esta colección de sillas y mesas?
Es una respuesta industrial con un truco mágico. La belleza o el confort son lo mínimo que se puede pedir a un diseño, pero ya no es suficiente si no aporta un desafío nuevo, una emoción. Algo muy sencillo pero no evidente y que da todo el sentido a la construcción de esta silla es algo que en realidad es invisible. Es muy industrial hasta que se mira con “sensibilidad curiosa” lo que no se ve a primera vista… ¡te dejo que lo descubras tú!
Sus formas son suaves, pero sin querer disimular su origen industrial, con líneas que incitan a hablar de movimiento, de vida, de humanización del objeto, incluso de humor…
Es una silla que no quiere ser pretenciosa y que esconde sus virtudes como parte de la intención del proyecto, sencilla por fuera, inteligente por dentro; ¡es un objeto animado!
Dices que el diseño tiene que alcanzar otra dimensión porque ya hemos cubierto todas las necesidades básicas. ¿Cuál es esa dimensión? Y ¿qué papel juega el diseñador en ese nuevo paradigma?
¡Es emocional! Es algo que no todo el mundo ve pero que siente. Además de su función, un diseño tiene que servir para inspirarnos e interrogarnos siempre en un sentido positivo. El diseñador juega un papel de amigo; debe animar la materia, darle vida y un alma visible.
¿Cuál es el espacio que más te gusta, de tu estudio o de tu hogar? Y, ¿con qué objeto no te imaginas un día cualquiera?
La ventana, para ver el mundo, y mi mesa de trabajo donde puedo soñar despierto. Y también una silla para pensar…